viernes, 30 de diciembre de 2011

LA RELACIÓN DE AYUDA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO

TEMA 1:
LA RELACIÓN DE AYUDA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO.
En la actualidad, al profesor se le atribuyen más responsabilidades en su tarea educativa. ¿Pero realmente está formado para hacer frente a esta tarea? Surge así un confrontamiento entre el “profesional de docencia” y el “educador”. Los profesores piensan que tienen como únicos destinatarios sus alumnos a los que transmiten conocimientos, mientras que los educadores se centran no sólo en la recepción de dichos conocimientos sino también en su formación como personas e individuos libres.
Se llega así a una determinación. Los educadores deberían dejarse orientar en su tarea diaria y relacionarse con sus compañeros de trabajo, alumnos y padres de éstos, llegando a así a establecer una relación que se conoce como relación de ayuda.
Cuanto más directa sea esta relación, mejor clima se respirará en el aula, en la relación con los compañeros de trabajo y obtendremos una educación más satisfactoria de nuestros alumnos.
En la tarea educativa se dan distintos momentos en los que el educador se relaciona:
1. En el sentido estrictamente profesional desarrollando su labor como docente.
2. En la comunidad educativa interaccionando alumnos-padres-compañeros.
3. En su desarrollo diario viviendo actitudes propias de la relación de ayuda.
Hoy día, los maestros se sienten amenazados por el escaso tiempo que disponen para hacer frente a la labor educativa que no está bien definida ante una sociedad en continua cambio. Por ello, nos preguntamos si los profesionales de educación tienen la suficiente preparación para afrontar estas nuevas situaciones y no morir en el intento.

TEMA 2:
LA ACTITUD EMPÁTICA
Es la disposición interior que puede permitir al educador llegar al corazón del interlocutor o facilitar la comprensión mirando con sus ojos, escuchando atentamente para captar bien lo que la persona en dificultad siente en su mundo interior, y percibir de ese modo las verdaderas necesidades, de tal manera que la relación de ayuda llegue a centrarse en la persona y no sólo en la persona en cuestión.
La descripción de empatía como una actitud supone una serie de fases que puede resultar útil para una mejor comprensión de su significado.
La empatía: descenso al pozo:
La “imagen del pozo” puede resultar útil para comprender el significado de la actitud empática. Relacionamos la situación de una persona necesitada de ayuda como alguien que está en un pozo con el agua hasta el cuello y sin hacer pie (el pozo cuenta con escaleras). Con ello se representa la situación de una persona necesitada de acompañamiento cualificado por parte del profesional educador mientras afronta su dificultad de superarla (salir del pozo).
La primera tentación es “echar cuerdas”, que puede traducirse en un diálogo que pretende ser de relación de ayuda, con expresiones como: “Usted no se preocupe, que ya verá cómo las cosas se arreglan”, “Lo que tiene que hacer usted es…” En cambio, la actitud empática supone hacer el esfuerzo, en primer lugar, de entrar en el mundo del otro para ver las cosas desde su punto de vista. Esto supone bajar al pozo del otro. Se trata de disponerse interiormente (actitud empática) a comprender los significados verdaderos y únicos que las cosas tienen para aquel a quien queremos ayudar y para percibir, del modo lo más ajustado posible a la realidad, las dificultades o necesidades, a fin de poder planificar correctamente las soluciones.
De este modo, se le podrá acompañar en el proceso de identificación de los propios recursos para afrontar las dificultades a partir de la situación que genera la experiencia de sentirse comprendido. Quien consigue hacer este esfuerzo de “identificación” con la persona y con la situación del otro percibirá en sí mismo el esfuerzo que esto produce. Esta fase de la empatía se denomina “fase de la repercusión”.
Al describir el proceso de la actitud empática nos damos cuenta de que quien entra en el mundo ajeno para comprenderlo experimenta un encuentro consigo mismo. El educador puede sentir como él mismo tiene experiencias a las que vive e intenta comprender en el interlocutor. Manejar sabiamente esto supone reconocerse sanador herido, es decir, ayudante del vulnerable, y utilizar este encuentro con la propia vulnerabilidad para aumentar la capacidad de comprensión de los significados del mundo en que se encuentra la persona a la que queremos ayudar.
Pero para no caer en el síndrome de burn-out (“quemarse”) en el ejercicio de tal profesión se debe a prender a restablecer la distancia emotiva, afectiva, es decir, a salir del pozo ajeno para reencontrarse consigo mismo, para no vivir constantemente fuera de sí, centrado en el otro, y para disponerse a ayudar a otras personas que viven en sus propios pozos, distintos de éste. Tendrá que reconocer que “el pozo” es el problema del otro.
La empatía con los alumnos:
El profesor no ha de vivir pendiente del proceso evolutivo de todos sus alumnos hasta el extremo de no cumplir con su deber de enseñante académico, pero sí debe desarrollar siempre la actitud empática, para agilizar su relación con ellos y posibilitar un mejor aprendizaje:
- Ellos son los sujetos directos para quienes se trabaja.
- Viven -con sus logros, sus fracasos, sus sorpresas y sus incomprensiones- todo el proceso evolutivo de su personalidad.
- Son víctimas de la timidez, de la inseguridad y del miedo en el devenir diario.
- Descubren su propio mundo interior, y surgen muchas dudas.
- No entienden bien lo que les pasa, y les resulta difícil expresarlo.
- Tienen miedo y ofrecen poca resistencia ante las frustraciones.
- Necesitan el apoyo de personas maduras y de confianza.
Un cuento para pensar:
En el reino de las mariposas, una vez el rey vio algo que brillaba a lo lejos. Entonces quiso saber de qué se trataba y envió a una mariposa para qué investigara.
La mariposa fue, volvió y le dijo al rey: “Es la luz de una vela”.
Al rey no le dejó tranquilo tal respuesta, y envió a otra mariposa que se interesara más de cerca por aquello que brillaba.
La segunda mariposa fue, volvió con las patitas un poco quemadas y le dijo al rey: “Es la llama de una vela”.
El rey no se quedó tranquilo aún y envió a una tercera mariposa, la cual fue, pero no regresó. Solo se percibió de ella el olor a chamusquina. La mariposa se había acercado tanto al fuego que se había quemado.
Reflexión: Primera mariposa, representa al educador que no se implica lo suficiente como para percatarse del fuego (del problema del alumno, de los padres, de los amigos…); segunda mariposa, representa al educador que se acerca al mundo del alumno, y percibe el fuego quedando afectado por él, aunque con la posibilidad de volver. La tercera se metió tanto que se quemó, este quemarse es lo que se entiende como síndrome del burn-out. El equilibrio es la actitud empática de la segunda mariposa: aprender a captar lo que hay en el otro, pero sin identificarse tanto que ello impida restablecer la distancia necesaria para poder seguir viviendo y ayudando a otras personas.
¿La empatía se aprende?
Nacemos capaces (aptitud) de ser empáticos, si bien de la actitud empática, como disposición interior, depende de la voluntad y de la formación, así como de la cantidad de destello empático que uno sea naturalmente capaz de vivir.
- Actitud empática: innata en la persona normal.
- Actitud empática: cultivada mediante la voluntad.
- Dimensión conductual de la empatía: depende del adiestramiento personal y se traduce, sobre todo, en las habilidades de la escucha activa y la respuesta empática, particularmente mediante la reformulación, la interpretación y la personalización.
- Flash empático: destello espontáneo de comprensión, dependiente de cada uno.

TEMA 3:
LA ESCUCHA ACTIVA
Está demostrado que alumnos/as con problemas de atención en las aulas, poco rendimiento escolar y de conducta, tienen problemas emocionales de acuerdo a desajustes sociales, con gran afán por dar y que les den cariño, al igual que sentirse queridos/as y escuchados.
La escucha es un fenómeno muy complejo que acoge muchos elementos. Carkhuff distingue tres tipos de escucha: la atención física (cuyo objetivo es comunicar interés), la observación (cuyo objetivo es implicarse en el proceso de relación) y la escucha propiamente dicha (cuyo objetivo es conocer cómo se percibe a uno mismo).
Para llevar a cabo una escucha activa existen numerosos obstáculos como por ejemplo la ansiedad, la superficialidad, la pasividad, la impaciencia… que hacen que hagamos de una conversación un monólogo pues realmente no nos escucha nadie.
La escucha activa no es solo la simple percepción de palabras. En la relación de alumnos/as y padres con los profesores falta tiempo material para atenderse. En las salidas y minutos entre clase y clase no se puede llegar a una comunicación buena, de calidad y eficaz.
Si no tenemos tiempo para tener una conversación con cualquier persona, debemos atenderla de la siguiente forma:
- Hablándole con claridad del poco tiempo de que disponemos, demostrando que hemos percibido una necesidad de comunicación e invitando al otro a retrasar el encuentro.
- Poniendo límite al tiempo que tenemos, fijando el tiempo disponible antes de la siguiente entrevista. Si el tiempo de que disponemos se sobrepasa, dejamos de mantener la escucha activa, pues pensamos en que deberíamos estar realizando en ese momento otra actividad.
- Respetar los ritmos, sin apresurarnos ni anticiparnos en la respuesta, pues si dejamos de escuchar para hablar, podemos dejar de percibir algún dato importante.
- Trabajo en grupo, ya que otras personas de nuestro alrededor pueden estar interesados en escuchar a esta persona ya sea porque le interese el tema o porque pueda responder mejor que tú mismo a su conflicto.
- Saber aprovechar los distintos momentos de presencia, pues aunque los encuentros sean breves y discontinuos, pueden ser una buena ocasión para la compensación de la escasez de tiempo.
- Uso de la comunicación no verbal, una simple mirada o una sonrisa nos ayuda a comunicar nuestro interés o comprensión con el tema que se está tratando.

TEMA 4:
LA RESPUESTA EMPÁTICA EN LA RELACIÓN DE AYUDA.
En el diálogo de la ayuda dentro del contexto escolar, el ayudado tiene necesidad de comprobar que ha sido comprendido. Este objetivo solo se puede alcanzar con otras respuestas que llamamos “respuestas empáticas”. Dichas respuestas permiten que, cuando el ayudad escuche la traducción que el ayudante ha hecho de su mensaje, tenga la oportunidad de confirmarla si le parece correcta, de corregirla si no se siente comprendido, o de matizarla si se siente sólo en parte.
Diversos autores han clasificado los modos de responder a una persona que pide ayuda en seis tipos de respuesta.
1. Respuesta de valoración o juicio moral. Consiste en expresar la propia opinión.
2. Respuesta interpretativa. Al usarla, el ayudante interpreta a través de su propia teoría.
3. Respuesta de apoyo/consuelo. En esta ocasión, se intenta animar pero todo se queda en una solidaridad emocional o en palabras optimistas pronunciadas sin demasiada convicción.
4. Respuesta de investigación. Con este tipo de respuestas tiende a hacer preguntas para obtener más datos y profundizar en la situación expuesta por el ayudado, si bien este tipo de intervenciones es necesario, siempre que las preguntas sean de abiertas.
5. Respuestas de tipo “solución del problema”. Consiste en proponer al otro una idea o resolución para salir inmediatamente de la situación, indicándole el método, el camino, dándole consejos de carácter definido que pondrían fin a su problema.
6. Respuesta empática. La respuesta de tipo empática, probablemente es la menos natural y la menos espontánea de las respuestas indicadas. Supone concentrarse intensamente en el ayudado, en lo que dice y en lo que no dice, poniéndose en su lugar par a ver las cosas desde su punto de vista.
Como conclusión de este capítulo podemos decir que la relación de ayuda con la persona que sufre no es hacer uso únicamente de un tipo de respuestas, sino aumentar el número de respuestas empáticas, porque de ese modo se comunica compresión de manera más eficaz.

TEMA 5:
LA ACEPTACIÓN INCONDICIONAL EN LA RELACIÓN DE AYUDA.
La aceptación incondicional o consideración positiva en la relación de ayuda consiste en ver de forma positiva al ayudado, aceptarlo tal y como es de forma sincera y reconocerlo como un ser valioso capaz de afrontar con éxito las posibles dificultades que puedan surgir en su vida.
No hablamos de aprobación de todas las conductas sino:
La competencia emocional o inteligencia emocional (Goleman), se entiende como la capacidad de las personas para manejar sus propios sentimientos, “de ser dueños del propio mundo emotivo”, y que sin duda influirá en las relaciones interpersonales del sujeto.
Hablamos de la necesidad de una educación emocional en la escuela, a la hora de prevenir conflictos, para aumentar los niveles de motivación del alumnado… Esta educación emocional no sólo beneficiaría al alumnado sino también al educador que debe aprender a integrarlos en un proceso que le llevará a reconocerlos, a nombrarlos, a aceptarlos sin realizar un juicio de valor sobre ellos y a comunicarlos de manera positiva.
Los sentimientos mal gestionados pueden influenciar en la relación que podemos mantener con el ayudado, por lo que no debemos evitar las conversaciones en torno al mundo emotivo ( evitación cultural) sino todo lo contrario, afrontarlas con una actitud positiva.
Como profesionales debemos tener en cuenta algunos aspectos a la hora de aprender a encauzar los sentimientos:
1. No todos los sentimientos son igual de fáciles de manifestar. Por ejemplo, la envidia está peor “vista” socialmente que la ira.
2. Considerar las formas de manifestación de los sentimientos:
• Directa: en cambios fisiológicos (ruborizarse…), palabras y gestos. Más deseable desde el punto de vista psicológico que la indirecta.
• Indirecta: no tan obvia. En forma de juicio moral. “Me resulta difícil la relación contigo = Eres estúpido.”
3. El drenaje emotivo o desahogo.
4. La facilidad con la que se tiende a juzgar actuaciones de otros sin conocer las situaciones particulares.
5. La dificultad personal para aceptar incondicionalmente a la otra persona.
Como conclusión del presente capitulo comentamos la importancia de la aceptación incondicional en la relación de ayuda que se fundamenta en el desarrollo de una competencia emocional por parte del profesional. Hablamos de ver a través de un cristal que resalta las capacidades no sólo en la figura del ayudado sino también en la del ayudante. Un buen profesional no debe ceder ante una mala experiencia sino a partir de ella construir un banco de recursos que le sirvan para ser más competente para la gestión de las emociones propias y ajenas.


TEMA 6:
PERSONALIZACIÓN Y CONFRONTACIÓN EN LA RELACIÓN DE AYUDA.
Se entiende la relación de ayuda como un proceso. Para resolver los conflictos en el ámbito escolar, es imprescindible seguir los siguientes pasos:
 Ayudar a que cada cual reconozca sus problemas.
 Clarificar las contradicciones y preguntarse sobre lo que hacer en ese momento.
 Ganarnos la colaboración del ayudado y lograr vencer el problema.
Hay que tener en cuenta que las tareas consideradas como retos, pueden superarse con perseverancia. Por ello y para superar estos pasos, es importante dominar las siguientes destrezas:
o Destreza de personalizar: quien es capaz de personalizar ante un problema o conflicto significa que consigue personalizar el diálogo y se compromete más con su posible solución. Si una persona recibe el apoyo de un profesional para hacer frente al problema, probablemente se sienta más capacitada para afrontarlo y buscar recursos para ello.
o Destreza para confrontar: la destreza de personalizar requiere en ocasiones de la confrontación. Esta a su vez, es considerada como un instrumento importante en la relación de ayuda. Consiste en ayudar al sujeto a hacer conscientes aquellos sentimientos que había rehusado con anterioridad. A la hora de confrontar es necesario tener en consideración los siguientes aspectos:
 Una confrontación prematura puede ocasionar ira y tendencia a defenderse por parte del ayudado.
 Ser conscientes de los sentimientos que el ayudado provoca en nosotros.
 Es importante saber lo que se quiere confrontar y cuando hacerlo.
 Pueden darse diversas reacciones negativas ante la confrontación por parte del ayudado: puede atacar al ayudante; puede acabar convenciendo al ayudante o el ayudado puede adoptar la actitud de víctima.
Por último, añadir que la confrontación requiere de cinco pasos esenciales: escuchar y observar, identificar las congruencias, dar feedback, mostrar empatía y apoyo y evaluar la confrontación.
o La persuasión: se encuentra en estrecha relación con la confrontación. Requiere de preparación para conseguir relacionar los tres aspectos esenciales: el presentador de la idea a aceptar, la idea misma y el destinatario.
Si nos encontramos ante una situación en la que el ayudado no quiere seguir las normas de comportamiento, el educador tendrá que adoptar estrategias de persuasión en base a los siguientes criterios:
 Con prudencia y humildad.
 Clave para tomar decisiones responsables.
 Promoviendo al máximo la responsabilidad.
 Facilitando que las conductas sean adoptadas por el ayudado.
Para trabajar todas estas destrezas se exponen en el material “La relación de ayuda en el ámbito educativo”, una serie de entrevistas de casos sucedidos en el ámbito escolar con docentes, así como de una serie de cuestiones para reflexionar y trabajar en grupo.

TEMA 7
LA AUTENTICIDAD EN LA RELACIÓN DE AYUDA.
Nuestra labor como docentes, es estar en constante formación para garantizar una adecuada relación con los educandos. La imagen que el educando pueda tener sobre el docente dependerá de la influencia que éste pueda ejercer sobre él.
Para que la comunicación sea autentica, debe alcanzarse el primer nivel. Distinguimos por tanto cinco niveles:
o Quinto nivel (conversación tópica): representa el más débil y bajo. En él no se da una verdadera comunicación. Se habla con frases hechas y se considera como nivel superficial puesto que no se comparte nada personal.
o Cuarto nivel (hablar de otros): en este nivel no se revela casi nada de nosotros mismos. Tampoco hacemos ningún comentario personal. El grado de agudeza empática es mínimo.
o Tercer nivel (mis ideas y opiniones, tus ideas y opiniones): ya en este nivel hablamos algo de nosotros mismos. Comunicamos opiniones y decisiones, aunque no comprometemos nuestra vulnerabilidad, emociones, valores...
o Segundo nivel (mis sentimientos, tus sentimientos; comunicación “gut-level”): para comunicar con autenticidad hay que comunicar con las entrañas, además de con la cabeza. Algunas reglas para la comunicación “gut-level” son: creer en la comunicación, autenticidad y sinceridad, confianza en el otro, claridad, asertividad empática, etc.
o Primer nivel (comunicación cumbre): se trata de la comunicación propia de la amistad profunda y auténtica. Debe darse una comunión emocional y personal, total y absoluta.
Por otra parte, se exponen algunas implicaciones que la autenticidad tiene en el contexto de la relación de ayuda en el ámbito educativo como son:
 No decir al ayudado aquello que ni siquiera el ayudante cree, siente o piensa.
 Comunicar los propios sentimientos si con ello sirve de ayuda a la persona en crisis.
 Actuar de forma inmediata.
 Tener un buen conocimiento de sí mismo para servir de ayuda.
 Tener el coraje de decir que no puede o no sabe.
 Evitar las relaciones transferenciales y se esforzará en ello.
A su vez, somos conscientes de que estas relaciones no siempre son fáciles puesto que podemos caer en determinadas trampas como no tratar a nuestros alumnos por igual, mal manejo de las habilidades necesarias para resolver las relaciones transferenciales, caer en la contratransferencia...
Para superar las trampas de las relaciones afectuosas se recomienda purificar las motivaciones. Esto es, preguntarnos con frecuencia acerca de las motivaciones, de lo que hacemos y por qué lo hacemos, de estar al tanto de las necesidades del ayudado, no imponer a la persona ayudada... Solo así, actuaremos de forma oportuna.

Bibliografía:
Bermejo, José Carlos y Ribot, Pere, La relación de ayuda en el ámbito educativo: material de trabajo. Ed. Sal Terrae. 2007, Cantabria

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